jueves, 10 de septiembre de 2009

Lo que queda


La escuché y sentí como si fuera mi propia despedida,creo que quemé lo que estaba haciendo.
Réquiem para el sapo dorado de Manuel Obregón. Efecto curioso sobre mí tuvo esa tarde, y las que le siguieron... me di cuenta de todo lo que se aferra a no ser olvidado, muy a pesar mío,de lo inmortal que puede ser algo si se le deja, de la lluvia de imágenes que tengo cuando suena, como la película antes de partir.Me doy cuenta cuando termina, me doy cuenta que sigo aquí y de todo lo que se quedó conmigo, como una especie que no quiere extinguirse.

Parece que nunca tuve dedos para el piano, que no se me ha perdido del todo el camino, que a veces las ventanas a horizontes también tienen cara de canción

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