lunes, 25 de enero de 2010

quinto piso...

Lo que tomé prestado de una amiga, cuando se le ocurría escribir para hacerlo más seguido. Después de mil vueltas para que me dejara publicarlo, antes de descubrir que sería lo último....en cuenta regresiva...


A veces me siento liviana como si estuvieras.
Como si el viento me desmenuzara
para hacerme libre con los pedazos de otros
y me fuera a repartir por todas las fronteras.

(Como si no hubiera y todos tuvieran pieles nuevas)

Y a veces no hay paz y siento el peso
de cien caras hambrientas
tocando el suelo,y mis
dedos andando como niños muertos.

Ahí estaría yo de mano abierta
como el alma con zapatos nuevos
si en vez de lluvias rojas,ajenas
cayeras vos armando mis huesos.

IV


Tenía yo un pintor que había nacido viejo.
Que veía diablos azules.
Que me llenaba la casa de hombres-caballete.

Lo recuerdo sentado
en alguna tarde de algún mes en blanco,
con un café amarrado y el pelo en la mano,

Con tanto su óleo tan lleno de llanto.

En una botella pobre mi genio..
mil años

III

Tengo las manos dormidas:
se han vuelto ninfa

Mi flor de azahar que transita
parece que está malherida...

No tengo el sol
ni el sonido
ni la poesía

para rezarle un último vuelo
mis labios no bastan,


también estoy rendida.

II

Me gusta cuando en noches
de luna ajada
se me escurre el alma...

y baila,y baila
detrás de una mañana
-mi señorita abandonada-

Como si pudiera
de verdad abrir ventanas
sin tener que volver luego

a la misma razón que te amortaja

Debut y despedida I acto

Simone

Bailemos un menuet,
que esos dedos santos
me enseñen a llorar con nuevo acento.

Partíme en adoquines el talle,
llename de migajas el pecho
yo desde aquí miro
cómo me queda el sentimiento...

Demos vueltas y aleteos
como paloma atragantada,
et par Dieu,por fin volemos!

miércoles, 20 de enero de 2010

Notas del enólogo

Me daba pena masacrarle la cara verde. Tan perfectamente pensada, tan sugestiva.
Lo ví del otro lado de la ventana, con toda la insolencia de su cuello largo y la intención del que sabe que es observado. Entré sin pensarlo dos veces, desde la calle que lo reclamaba. No se me ocurrió saber mucho de su vida, con haberlo visto bastaba. Quería llevarlo a casa, y no dudé en manifestarlo, ni siquiera me ruborizó tanta osadía. No puso resistencia, no habría podido negarse, estaba tanto más sólo que yo, y eso también bastaba.

Ahí estábamos. Mientras me acomodaba noté cómo a contraluz parecía brillarle la sangre por las venas, y tuve fuertes deseos de verla más de cerca, de sentirla.
De problarla. Iba a hacerlo, estaba en mi derecho, era mi casa, mi noche, era mi soledad compartida, el tiempo y el espacio que yo controlaba. El cuchillo sí era prestado, la mano parecia que no.
Era la primera vez que lo hacía, y no había encontrado otro instrumento más apropiado para la tarea, así que entre menos lo pensara mejor. Lo tomé por la espalda,-dale, total no se dará cuenta- directo a un costado de la cabeza,me quedé así, hasta sentir un hilito húmedo y tibio bajar por mi muñeca, lo que conseguí fue una pequeña hendidura insuficiente para lograr mi cometido, lo hice una segunda vez, ahora del lado inverso, más fuerte y con menos desatino,se escuchó un ruido seco, como de llanto reprimido.
Lo que siguió no lo anticipaba: una lluvia de lentejuelas oscuras colgando de mis labios, adornando las paredes, el piso y mi falda.

Rompí a reir, avergonzada pero satisfecha, decidida a recoger todos los pedazos de corcho que habían quedado regados, y el escaso contenido de la botella, que llevaría a reciclar mañana, seguramente, si antes me acordaba de limpiar....

martes, 19 de enero de 2010

Despedida

Había hablado hasta hacerse noche, por primera vez en años revolcaba tanto su memoria, nunca había tenido la oportunidad de desnudar tanto el verbo,y que lo escucharan. Le había hablado a aquella mujer,la de los ojos tristes,la que lo hizo felíz,la del bar de ladrillo y el Gardel de rocola,la que quiso partir para nunca más volver. Le estuvo agradecido de que al filo de su vida, justito antes de dormir hubiera venido a despedirse, que se olvidara de los años, que "sólo importa que estés aquí", con los mismos ojos tristes de hace 20 tangos... Lloró como un niño,creyendo que no podía ser más dichoso,lloró hasta sentir cómo se desvanecía,por lo alegre y lo mortal...

La enfermera entró al cuarto y lo encontró de cara al perchero que tenía al lado de la cama,que habían olvidado llevarse,que desde la mañana nadie movía...